El estrés por calor es un desafío silencioso pero constante para la producción lechera. Cuando las temperaturas suben, las vacas experimentan cambios fisiológicos que afectan su desempeño: reducen el consumo de alimento, alteran su medio endocrino, disminuyen la rumia y la absorción de nutrientes, mientras aumentan los requerimientos de mantenimiento para regular su temperatura corporal. Este conjunto de cambios se traduce en una menor disponibilidad de nutrientes para la producción de leche, lo que afecta directamente los litros diarios obtenidos. Cada bocado menos implica menos energía disponible, y, en consecuencia, el resultado es claro: a medida que el estrés por calor aumenta, el consumo disminuye y la productividad cae.
Pero el impacto del calor no termina ahí. Estudios recientes han demostrado que el estrés por calor durante el último tercio de gestación tiene efectos de largo plazo, afectando incluso a las futuras generaciones del rodeo. Las vacas secas que enfrentan condiciones de alta temperatura no solo producen menos leche en su próxima lactancia, sino que este impacto también se refleja en sus crías y hasta en sus nietas. Las hijas de vacas estresadas por calor, incluso si nacen en buen estado, muestran reducciones en la producción de leche durante sus primeras tres lactancias. Esto significa una pérdida acumulativa en la rentabilidad, que se amplifica con cada generación expuesta a condiciones extremas de calor.
¿Cómo mitigar el impacto del estrés por calor?
Enfriar a las vacas durante la etapa seca y preparto se convierte en una estrategia clave para proteger la productividad futura. No se trata sólo de preservar la producción de la siguiente lactancia, sino de asegurar la salud y productividad del rodeo a largo plazo. Las decisiones de manejo frente al estrés por calor no son decisiones aisladas; son inversiones que impactan directamente en el futuro de la ganadería lechera, ayudando a garantizar una producción estable, eficiente y rentable en el tiempo.
Entre las herramientas más efectivas se encuentran la provisión de sombra, la instalación de sistemas de ventilación y refrescado, así como el ajuste de los horarios de alimentación. Sin embargo, además de estas medidas de manejo, las estrategias nutricionales juegan un papel fundamental en la mitigación de los efectos del calor extremo.
Estrategias nutricionales frente al estrés por calor
El ajuste en la formulación de la dieta puede ser clave para contrarrestar la disminución del consumo de materia seca y minimizar la producción de calor durante la fermentación ruminal:
● Incorporación de grasas y proteínas bypass: Estos ingredientes reducen la producción de calor metabólico en el rumen y aportan nutrientes esenciales, especialmente en vacas de alta producción al inicio de la lactancia.
● Fibra efectiva de alta calidad: Favorece la rumia, regula el pH ruminal y mejora la eficiencia digestiva, factores cruciales para mantener la salud y el rendimiento durante los períodos de estrés por calor.
● Suplementación con minerales y vitaminas: Ayudan a mantener las funciones fisiológicas normales en vacas lecheras, especialmente en condiciones de estrés térmico, donde los requerimientos de estos nutrientes aumentan significativamente.
● Uso de cultivos de levaduras y aditivos específicos: Aditivos como los osmolitos han demostrado ser efectivos para reducir la temperatura corporal, mejorar la ingesta de alimento, mantener la salud intestinal y optimizar la eficiencia alimentaria.
Conclusión
El estrés por calor tiene impactos inmediatos y de largo plazo en la productividad, la salud y la rentabilidad de los rodeos lecheros. Sin embargo, una combinación de prácticas de manejo efectivas y estrategias nutricionales adecuadas puede mitigar significativamente estos efectos. Enfriar a las vacas durante la etapa seca y ajustar sus dietas no solo garantiza la producción de leche en la próxima lactancia, sino que protege la productividad y rentabilidad del rodeo a largo plazo. Estas decisiones no son solo una respuesta al momento, sino una inversión estratégica en el futuro de la ganadería lechera.
Bibliografía:
Atkins, I., Choi, C., & Holmes, B. (Año de publicación). Dairy Cooling: The Benefits and Strategies. Department of Biological Systems Engineering, University of Wisconsin-Madison.
Collier, R. J., Hall, L. W., Rungruang, S., & Zimbleman, R. B. (Año de publicación). Quantifying Heat Stress and Its Impact on Metabolism and Performance. Department of Animal Sciences, University of Arizona.
Laporta, J., Ferreira, F. C., Ouellet, V., Dado-Senn, B., Almeida, A. K., De Vries, A., & Dahl, G. E. (2020). Late-gestation heat stress impairs daughter and granddaughter lifetime performance. Journal of Dairy Science, 103, 7555–7568. https://doi.org/10.3168/jds.2020-18154